A inicios de este siglo XXI, en medio de una situación cargada de incertidumbre y de peligros causados por el capitalismo, se debe declarar que existe también, al mismo tiempo, un gran potencial para la liberación.
Quince años después de la desaparición de la URSS, la ofensiva global del imperialismo ha traído a nuestro planeta más guerra, más militarismo, más violencia, más tortura, más prisiones ilegales, más restricciones a las libertades y más represión antidemocrática. Las vidas perdidas por la guerra llegan ya a centenares de miles. Y nuevas agresiones ensombrecen el horizonte. Se habla de manera abierta de usar las armas nucleares en los escenarios de la guerra. Se están utilizando cada vez con más frecuencia armas terribles, como el fósforo blanco, las bombas de racimo y las armas con uranio empobrecido. La soberanía y la independencia de los pueblos y las naciones están crecientemente amenazadas por las grandes potencias. Los gastos militares se están elevando y está en curso una carrera de armamentos. Cada vez hay más proscripciones de fuerzas políticas democráticas y populares y persecuciones en contra de éstas. Crecen el racismo, la xenofobia, el fascismo y el anticomunismo.
Esta ofensiva es parte integral del ataque desatado en los niveles económico y social, por las clases dominantes, el gran capital, las corporaciones transnacionales y las agencias internacionales que les sirven. En todas partes están bajo ataque el empleo y los salarios; las pensiones y el derecho a la Seguridad Social, y los derechos laborales y sindicales. Los servicios sociales esenciales se transforman en ingredientes y fuentes de lucro para el gran capital. Los derechos a la educación, a la salud, a una vida digna, que nunca han sido realidad para millones de seres humanos, ahora se niegan cada vez más a quienes ya los habían conquistado. Crecen la pobreza y la miseria, la explotación, las condiciones precarias de existencia y la inseguridad, mientras que de manera simultánea se da una riqueza cada vez más insultante, fabulosas utilidades y privilegios para la minoría dominante y explotadora. El crecimiento de la desigualdad y la injusticia va de la mano con la guerra y la represión. Ésta es la verdadera naturaleza del capitalismo, que queda en plena evidencia en nuestra época.
Sin embargo, esta ofensiva global del imperialismo está enfrentando la lucha de los trabajadores y los pueblos del mundo. Del Medio Oriente a América Latina, de Europa a Asia, se da una vigorosa resistencia y los procesos de cambio hacia el progreso avanzan, demostrando que es posible revertir la situación actual. Los partidos comunistas y obreros reunidos en Lisboa, los días 10, 11 y 12 de noviembre de 2006, saludan las luchas y la resistencia de los trabajadores y los pueblos del mundo contra la ofensiva imperialista de intervenciones y ocupaciones militares y de globalización neoliberal, luchas que son el factor determinante para que, de nueva cuenta, se abran los caminos de la paz y del progreso social para la humanidad. Nuestros partidos reforzarán su cooperación y su acción común y contribuirán activamente al fortalecimiento del movimiento obrero y antiimperialista. Al mismo tiempo que alertamos sobre los peligros de nuestra época y llamamos a la movilización de todas las fuerzas de la paz y del progreso social, para evitar que el capitalismo arroje al mundo a la catástrofe, como lo hizo en el siglo pasado, expresamos nuestra confianza profunda que otro mundo, un mundo socialista, es posible.
Lisboa, 12 de noviembre de 2006
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